Llevar una vida sana es muy importante; realizar ejercicio diario y mantener una dieta equilibrada son factores clave para evitar el envejecimiento celular prematuro y prevenir enfermedades. Pero… ¿cuáles son los límites que entre el equilibrio y la obsesión por un cuerpo sano?
Cuando la preocupación por el cuerpo va más allá y sobrepasa los límites lógicos y saludables, puede llegar a convertirse en un trastorno conocido como vigorexia.
Este trastorno obsesivo-compulsivo gira entorno al cuerpo, concretamente entorno al nivel de musculatura y grasa que el individuo posee.
Las personas afectadas por este problema se ven pequeñas, delgadas y sin músculo suficiente, a pesar de realizar deporte de manera compulsiva y poseer un físico atlético. Al verse de esta manera, se ven sumidas en un estado de ansiedad constante que provoca el deseo de alcanzar el nivel de grasa y músculo que desea a toda costa. ¿Pero cómo? Pues a cualquier coste y por cualquier medio como:
– Dietas extremas basadas en un consumo excesivo de proteínas o carbohidratos.
– Obsesión por ir al gimnasio o realizar ejercicio de manera compulsiva a lo largo del día.
– Ingesta de sustancias peligrosas o esteroides anabólicos que provocan procesos químicos en el cuerpo que favorecen el crecimiento rápido de los músculos o la quema de grasas. Este es el caso de algunos deportistas de élite, que al conseguir los objetivos marcados o soportar la presión de los entrenamientos optan por recurrir a este tipo de sustancias. Tomar dosis no reguladas de estos tipos de productos puede predisponerlos a una variedad de problemas de salud, como una insuficiencia renal.
Como ya observábamos en el artículo sobre la dismorfia corporal, los defectos que el paciente percibe en su cuerpo a menudo no son apreciados por los demás, pero son muy reales para la persona que los experimenta. De hecho, la obsesión por el defecto o fallo en cuestión es tan constante que las personas a menudo se deprimen o padecen cuadros de ansiedad, llegando incluso a perder relaciones o trabajos como consecuencia.
¿A quién afecta la vigorexia?
La vigorexia puede afectar a cualquier persona, pero es más habitual que se presente en hombres que en mujeres. Además, en los últimos años el riesgo de desarrollar trastornos de la imagen corporal como la vigorexia ha aumentado de manera considerable en los más jóvenes y adolescentes debido a las influencias sociales que en muchas ocasiones fomentan un estereotipo de físico más musculoso.
Con una imagen corporal tan íntimamente relacionada con la autoestima y la confianza en sí mismo, la sociedad puede estar preparando el escenario para una generación de niños y niñas que no están satisfechos con sus cuerpos, no porque no sean atractivos, sino porque la sociedad les dice que tienen que verse mejor.
¿Y cuáles son las causas de la vigorexia?
Las causas de la vigorexia no están del todo claras, ya que influyen diversos factores externos e internos al individuo en cada caso:
– Genética
– Desequilibrios químicos y hormonales producidos en el cerebro
– Problemas psicológicos como la baja autoestima: Las experiencias de vida también pueden ser un factor, ya que este tipo de trastornos se presentan de manera más frecuente en personas que fueron acosadas o sufrieron bullying cuando eran niños.
– Situaciones de gran presión que se producen en algunos deportes al competir: el peso y el físico adecuados son cualidades que pueden mejorar algunos aspectos del rendimiento deportivo. La noción de volverse más grande para obtener una “ventaja” sobre la competencia hoy en día impregna los deportes.
Los hombres están cada vez más condicionados a pensar que deben verse de cierta manera si quieren sentirse exitosos, poderosos y atractivos. Cada vez más, se ven sometidos a grandes niveles de presión para encajar en cánones de belleza no siempre alcanzables: abdominales 10, músculos grandes y marcados… por lo que la presión social es un factor clave.
El tratamiento contra la vigorexia
El mayor obstáculo en el caso de la vigorexia o dismorfia muscular es lograr convencer a la persona que padece el trastorno de que necesita ayuda. Muchos enfoques pueden ayudar a la persona a reconocer la condición, como discutir abiertamente la imagen corporal, alentar la discusión grupal o pedir la ayuda de entrenadores y personal de apoyo para abordar el tema.
Es importante saber identificar el problema y abordarlo lo antes posible para evitar las devastadoras consecuencias psicológicas y sociales que a menudo no se reconocen y, por lo tanto, no se tratan.
Actualmente, no se han desarrollado programas específicos para ayudar a las personas con vigorexia, aunque varios enfoques generales han avanzado. Los pacientes que mejor han respondido han sido tratados con medicamentos antidepresivos (como la fluoxetina) y los que se han sometido a una terapia cognitiva conductual.
Debemos recordar que los pacientes que padecen vigorexia, padecen una distorsión de su propia realidad: No importa la cantidad de horas diarias que le dediquen a trabajar su cuerpo en el gimnasio o lo mucho que cuiden su dieta… Nada es lo suficientemente bueno. Este proceso se alimenta a sí mismo, perpetuando la necesidad psicológica de más y más. Hablar abiertamente sobre los sentimientos internos y disipar los sentimientos de aislamiento son buenos primeros pasos.
En Lunik contamos con un equipo de profesionales que podrán ayudarte y valorar tu caso, para lograr que te sientes bien tanto por fuera como por dentro.